La verdadera teoría de la gestalt no fue puesta en palabras y sin embargo está ahí, como visión implícita en la mente de Perls que podemos intuir y hacer explícita. Si me pregunto cual seria la respuesta de Fritz a la pregunta por un principio fundamental de la Gestalt, imagino que su respuesta no sería el contacto ni la facultad de percibir de forma holística sino, el aquí y el ahora, la consciencia del presente, eso que en el budismo se llama mindfulness, cuya vivencia los fenomenólogos quieren desnudar de interpretaciones conceptuales cuyas esencia es ese awareness que en el vocabulario de los hispanoparlantes se llama darse cuenta.
Pero ahí en la Gestalt, es decir la praxis de Fritz Perls, algo tan importante como el awareness, y desde hace tiempo vengo diciendo que la Gestalt no solo descansa sobre la simple base de la vivencia del presente sino sobre una polaridad, dos pilares fundamentales y complementarios: el awareness y la función organismica, el darse cuenta y una disposición a la entrega, a la propia y auténtica espontaneidad, he propuesto que estos dos pilares el darse cuenta de lo que ocurre en el presente y la fe o confianza en el dejarse ir, constituyen el transfondo transpersonal y encuentran eco en la invitación que le hace el terapeuta al paciente de atender a sus vivencias y comunicarlas, en ese contexto utiliza el terapeuta sus dos manos, aquella con la que estimula la expresión verbal o no verbal del ser verdadero del otro y aquella con la que hace algo como lo que pretendía Miguel Ángel hacer con el cincel, quitarle un bloque de lo que sobra para dejar la escultura que alberga su interior al descubierto, pero estas dos manos, la que estimula la expresión de la vida y la que desestimula la patología caracterial, son también expresiones de la polaridad fundamental entre la lucidez de la mirada neutra y el conocimiento a través de la expresión, polaridad entre la desdramatizacion del desapego y la dramatización que da forma a la corriente de la vida, polaridad que no es otra que aquella que estaba en el corazón de los misterios griegos entre Apolo y Dionicio.
Cuando escribí por primera vez sobre Gestalt a pedido de Fritz intitulé mi monografia: yo y tu, aquí y ahora, ante poniéndole al aquí y ahora el contexto de la relación personal en que se cultiva esa práctica es decir lo que algunos llaman a contacto y ciertamente es desvivo en la terapia, la relación del paciente con el terapeuta por más que esto no sea solo cierto de la gestalt, ¿que aporta el terapeuta a esta relación, más allá de sus intervenciones estratégicas? Rogers lo formulaba en términos de comprensión benevolencia y lo que llamaba congruencia, que podemos también llamar autenticidad, y creo que sea evidente que en principio lo que caracteriza la gestalt es una mayor disposición del terapeuta a mostrarse, o en otras palabras, una mayor disposición al encuentro, pero la magia del contacto no es sino un contagio por el cual el nivel de consciencia de un terapeuta más despierto a su interioridad y por lo tanto más capaz de entender a los demás pasa al otro y la mayor libertad o autenticidad de uno que ha trabajado en sí mismo es que emula lo mismo en el otro y todo ello es más contagioso en la cercanía de la relación pues en la Gestalt de Perls no había límites claros entre la terapia y la vida o el simple encuentro libre entre dos personas, ni siquiera reglas de la psicoterapia o cosas que la terapia debiera excluir, hoy en día hasta el psicoanálisis ha llegado a anteponer la relación al insight y aludo correlación a un factor afectivo más allá del puro análisis de la transferencia. Me parece que se trata no solo del positive regard de Rogers si no la calidad de afecto del terapeuta hacia el paciente tales cosas que son funciones de la salud mental son aspectos del amor, un asunto que en la así llamada teoría de la gestalt brilla por su ausencia pero que ninguna teoría de la personalidad o ninguna teoría de la neurosis puede reconocer y seguramente los gestaltistas futuros incorporaron a su vocabulario.
Además de los pilares transpersonales de la gestalt y la manos altamente personales del terapeuta diríase que una explicación de lo que ocurre en la práctica de la gestalt debe incluir una explicación del trabajo en las polaridades que comprenden tres etapas: la toma de conciencia de los conflictos, su dramatización y su integración a través de la magia del punto cero, pero como hasta la vista el trabajo de las polaridades no es sino el juego de la polaridad fundamental que comprende tanto el darse cuenta como la dramatización de los antagonismos intra-psíquicos en el presente además de la transformación del conflicto en el seno del campo vacío, que no es sino nuestra identidad más profunda, así a una formulación conceptual de la praxis de la gestalt una formulación podría consistir en el tríptico de: aquí y ahora, libertad organísmica e integración de las polaridades en conflicto, pero debe agregarse la consideración que el tercero de estos ítems es ya un lugar de encuentro entre el principio de la consciencia y el principio de la vida, principios a los que vengo proponiendo llamar Apolíneo y Dionisiaco respectivamente. La consciencia en sí es neutra, tan naturalmente desapegada como el espacio que no se deja mojar por el agua y porque apolo mira desde lejos sus flechas son certeras, su mirada como la del águila es fría y desapasionada y su desapego es el secreto de su lucidez, Apolo dios de la medicina, de la armonía y del autoconocimiento, destruye a los monstruos con sus flechas que no son diferentes a su mirada y así sirve a la vida, y el que el oráculo de apolo en Delfos antiguamente albergaba la tumba de Dionisios nos revela la comprensión que tenían los griegos de la complementariedad entre la lucidez neutra y la embriaguez de la corriente de la vida. La consciencia entonces no es solo lucidez sino neutralidad vacía y de ese desapego desapasionado depende que podamos sana y entusiasta y amorosamente fluir según los misteriosos dictados de la vida y a la inversa la pérdida de nuestro punto cero central y su lucidez llevan a la desintegración de nuestra función organísmica y el renacimiento de los monstruos pasionales.
Si seguimos el espíritu de Fritz, seguiremos combinando nuestra práctica y el ejercicio de nuestra creatividad con toda clase de recursos que se van generando con la evolución de la psicoterapia, pero si nos preguntamos acerca del verdadero legado de Fritz creo que debemos encontrarlos más allá de sus escritos y también de sus técnicas en una consciencia, en cuya transmisión implícita se distinguió, consciencia que lo hizo tanto un profeta del aquí y ahora, como un apóstol de Dionioso. Como se ve mi deseo de formular conceptualmente el fundamento de la Gestalt me ha llevado a la dimensión espiritual de la vida, lo que comenzó por ser un simple darse cuenta y un dejarse llevar por los impulsos naturales se ha transformado en aspectos de la existencia que en la antigüedad merecieron llamarse dioses y lejos de parecerme un capricho subjetivo el elevar la consciencia o la entrega a la corriente de la vida o estatus divino, me parece que hacerlo sea un reconocimiento de que más allá de la mediocre consciencia y la mediocre entrega de la condición neurótica, nuestra naturaleza es tan sagrada e infinita como nuestra capacidad de comprenderla.
Claudio Naranjo. Psiquiatra, psicoterapeuta y escritor chileno, pionero y uno de los máximos exponentes de la psicología transpersonal. Extracto de la conferencia en el 10º congreso internacional de Gestalt en la provincia de Córdoba.